martes, 15 de noviembre de 2011

Investigaciones recientes demuestran que el 2% de la energía mundial está en la Red
El auge del sector de la tecnología de la información es colosal. Los requerimientos energéticos resultantes para la inmensa infraestructura planetaria de Internet van en ascenso, utiliza un 2% de la energía mundial, según estudios recientes.

Monserrat López | Madrid

Internet experimentó un crecimiento significativo en los últimos años y con ello
 también aumentó su consumo eléctrico.


   “Los últimos años han visto una oleada de investigaciones sobre la eficiencia energética de la red. Pero la disminución de la energía utilizada por  Internet, ¿realmente ayudaría a ahorrar mucha más energía de la sociedad?”[…] Así comienza un reciente estudio sobre la eficiencia energética de la llamada “red de redes. El análisis toma, entre otros, los datos provenientes de los fabricantes de equipos y de los prestadores del servicio o de las empresas de telefonía para calcular la eficiencia energética de Internet a nivel global.

Los científicos Justin Ma, de la Universidad de California, y Barath Raghavan, del Instituto Internacional de Ciencias de la Computación, revelan que Internet necesita de entre 170 y 307 Gigawatts para funcionar, lo que representa el 2% de la energía mundial.


Según la investigación, la mayor parte de ese consumo energético procede de la
electricidad consumida por el ordenador de la persona  que está utilizando Internet.
 Otra parte, prodece de las infraestructuras de red necesarias para conectar la página de internet utilizada; y por último, los servidores y centros de datos que proveen a la página
la información.

La investigación

   Los autores indican que hay dos elementos fundamentales en el análisis: uno de ellos es el uso de electricidad, que es la medida estándar para evaluar la eficiencia energética. El otro, se refiere a una cantidad que a menudo ha sido ignorada en trabajos anteriores: la energía incorporada (o “emergía”), es decir, la energía necesaria para construir los dispositivos y la infraestructura que comprenden Internet. Así, en otras palabras, la investigación recoge datos sobre la energía que se requiere para construir, ejecutar y mantener la red.

   El equipo de Ma y Raghavan analizó la estructura actual de la red, conformada (según el estudio) por 750 millones de computadoras, 1.000 millones de smartphones y aproximadamente 100 millones de servidores en todo el mundo. Se calculó el consumo de cada una de estas partes, y la energía requerida para su fabricación, su vida útil y la energía necesaria para conectar los routers con las torres de telefonía que posibilitan el servicio.

Con esta información, llegaron a la conclusión de que se consumen entre 107 y 307 Gigawatts solo para Internet. Y dado que la producción global de energía es de unos 16 terawatts, se afirma que el consumo de electricidad que devora Internet es de alrededor del 2% del consumo mundial.

   Aunque se trata de un ejercicio meramente estadístico y solo son datos aproximados, los resultados llaman la atención acerca de la cantidad de energía que utiliza hoy la red alrededor del mundo. Consumo energético que también tiene una carga negativa en el calentamiento global.

   Este tipo de análisis resulta imprescindible para encontrar respuestas a un escenario al que se asoma una grave manent energy crisis fundamentally limits our ability to macrisis energética. Crisis, que, a su vez,  podría limitar delicadamente nuestra capacidad para mantener la actual arquitectura de lo que conocemos como Internet.


Repercusiones

   En medio de las preocupaciones mundiales sobre energía y cambio climático, los investigadores han resaltado las repercusiones de un estudio como este sobre la eficiencia energética de Internet ya no solo a nivel medioambiental sino también a nivel económico.

   Desde la perspectiva de una empresa que opera sus propios centros de datos y redes en infraestructura, el ahorro de energía se traduce en ahorro de dinero. De hecho, muchas empresas importantes han intensificado en los últimos años sus esfuerzos para ser calificadas como "verdes" a través de programas como Climate Savers Computing Initiative (CSCI).



 

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